Son las siete y media de la tarde del veintisiete de agosto, las campanas llaman a los feligreses al “último rezo” (novena). Se prepara la despedida del Cristo que durante unos meses ha estado en la iglesia parroquial de Peñas.

La imagen sale en procesión desde la iglesia para recorrer las calles del pueblo, acompañada por los fieles en sentida manifestación de fe.

A las seis de la madrugada del día siguiente se oficia la solemne misa de despedida oficial al Santísimo Cristo del Sahúco, que es concelebrada por varios sacerdotes. Se continúa con la procesión del Santo hasta la Cruz, situada a unos 500 m del pueblo. De nuevo vítores y aplausos servirán para despedir al Cristo del Sahúco mientras empiezan a aparecer los primeros rayos del sol. El Cristo del Sahúco prepara el retorno a su santuario en su caja. Suenan repetidos los últimos vítores y aplausos. Se escucha la voz del santero: —¡Palmas gandules!...

Los mozos inician su carrera, recogiendo durante su recorrido a los numerosos andarines que se han adelantado a la salida del Santo para reagruparse en el Puente de la Solana (primera parada). Momentos más tarde se reanuda la marcha hacia el Sahúco. Muchos son los coches que acompañarán a los andarines en el recorrido.

En Peñas, la multitud regresa en procesión acompañando a la Virgen Dolorosa hasta la parroquia. Allá, en el santuario del Sahúco, se irán agrupando horas después numerosas gentes en espera del regreso del Cristo a su casa.